
Neuroeducación: solo se aprende lo que se ama
La educación ha superado diversos retos, sobre todo en estas épocas de digitalización. Mucho se habla de los modelos educativos y de la relación maestro-alumno, sin embargo, corrientes didácticas recientes han puesto sus ojos en la relación entre el funcionamiento cerebral y el proceso de aprendizaje.
En este contexto se abre paso a un nuevo concepto: neuroeducación, una integración multidisciplinaria para generar mejores métodos de enseñanza a partir de programas didácticos que fortalezcan y motiven el aprendizaje.
Para ello, es importante conocer algunos conceptos sobre cómo funciona nuestro cerebro y de esta manera, conocer a cuáles estímulos responde mejor. Echemos un vistazo.
La plasticidad de nuestro cerebro
¿Qué se te viene a la cabeza cuando piensas en plasticidad? Seguramente en plastilina.
Precisamente esa es la cualidad de nuestro cerebro, la capacidad del sistema nervioso para moldearse, modificar su estructura o funcionamiento, dependiendo de su entorno.
Si hablamos de aprendizaje, el cerebro tiene la facultad de adaptarse a nuevos conocimientos, entendimientos, conductas y patrones. Cuando llega un nuevo aprendizaje, éste deja una huella al crear nuevas conexiones neuronales.
La neuroeducación, busca examinar esas huellas que los procesos educativos dejan en nuestro cerebro y visualizar las relaciones entre estos datos y el modo en que nos comportamos. A partir de diversas investigaciones científicas, se han implementado algunas técnicas que buscan despertar un sentido de identificación y motivación por parte del alumnado.
Por ejemplo, el Centro Educacional San Antonio en Chile implementó una metodología a la que llamó aprendizaje activo, con el fin de identificar qué prácticas pedagógicas preferían sus alumnos. El 95% señaló que prefiere aprender en grupos.
Este dato puede dejarnos ver que las dinámicas colaborativas incentivan la creatividad de los estudiantes, los hace empáticos, receptivos, generan lazos más significativos y un mayor sentido de compromiso con su aprendizaje.
Emoción. Cada proceso cognitivo es diferente.
Anteriormente hablamos de que el cerebro tiene una gran capacidad de adaptarse para generar nuevas redes neuronales, pero ¿qué propicia esta conexión en nuestro cerebro? La emoción.
En la neuroeducación, el aprendizaje se da a partir de emociones y experiencias que le dan contexto y significado a lo que se asimila, en este sentido, el tiempo en que un estudiante adquiere un nuevo conocimiento y su capacidad de retener la atención es un aspecto muy importante a analizar.
La idea es contemplar los períodos en lo que una persona puede prestar su atención sin distraerse, cansarse o aburrirse, para aprovechar al máximo una experiencia didáctica.
Por ello, es importante saber que cada persona tiene un proceso de aprendizaje y capacidad de atención diferente. Bajo este esquema, comprender que hay muchas formas de aprender y trazar caminos cognitivos, y, por lo tanto, diferentes rutas para que un alumno se aproxime al aprendizaje.
Una de las metodologías actuales apuesta por el Aprendizaje Basado en la Investigación (ABI), que permite a los estudiantes ser partícipes y constructores de su propio conocimiento. A través de la investigación los estudiantes pueden desarrollar sus propios procesos de búsqueda, motivados por sus deseos, inquietudes, intereses y creatividad, despertando un interés auténtico sobre algún tema.
Como has podido ver, la neuroeducación es un concepto muy amplio que da cabida a diversos métodos de aprendizaje, que pueden convivir o complementarse a fin de brindar una experiencia significativa para el alumno.
En este sentido, cabe recalcar que no siempre vamos a aprender lo que más nos gusta, pero en tanto los procesos de aprendizaje sean amigables, flexibles, emocionales y personalizados, podremos decir que para el mundo de la educación y las capacitaciones se vislumbra un nuevo y prometedor panorama.
¡Déjanos acompañarte en este nuevo camino de aprendizaje!
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