
Errores que se cometen al gamificar.
Imagina que estás navegando en un sitio de ropa deportiva y para obtener tus tenis favoritos no necesites ofrecer dinero, sino subastar kilómetros, y que mientras más pasos recorras, mayores posibilidades tengas de adquirir el producto.
Pues esto fue posible gracias a la campaña Nike Auction Bid, que llevaba a los mexicanos a ofertar su sudor. Apoyados del concepto make it count (hazlo que cuente), Nike México lanzó un sitio de subastas donde en vez de hacer ofertas con dinero, lo usuarios usaban sus kilómetros acumulados de la app Nike+, para adquirir productos exclusivos.
Este tipo de estrategias, introducen mecánicas y dinámicas propias del juego, pero en entornos publicitarios, donde la motivación y las recompensas propician el involucramiento de las personas. ¿Esto te suena a gamificación?
¡Efectivamente lo es! Y es que la gamificación es una tendencia a la alza para todo tipo de sectores que busquen orientar comportamientos. A través del juego, las personas se motivan a realizar alguna tarea o actividad, estimular ciertos hábitos o incluso reforzar conocimientos.
Cada vez más, las empresas voltean a ver esta opción para obtener resultados positivos, sin embargo, aventarse al ruedo y gamificar sin objetivos claros, o sin entender qué hay detrás del término, trae consigo consecuencias poco favorables.
Por eso, en este post te compartiremos 5 errores que comúnmente se cometen en la gamificación. Toma nota.
1. Fijar objetivos no medibles.
Gamificar sólo porque es divertido, sin un objetivo medible, no es una buena idea. En cambio, analizar, cómo está tu compañía en términos de formación y capacitación de talento, ya es un buen paso para empezar a pensar en estrategias y soluciones.
Te aconsejamos que establezcas tus objetivos en función de las métricas o indicadores que esperas modificar, a largo, corto y mediano plazo. Para ello, deberás identificar tus áreas de oportunidad y conocer muy bien a tu público o a tus equipos de trabajo, según sea el caso.
2. Pensar que la gamificación es sólo un juego.
Si bien, una parte esencial de la gamificación es el juego, se trata de un sistema constituido por mecánicas y dinámicas que persiguen objetivos específicos, por ejemplo, desarrollar las habilidades de los colaboradores, generar engagement con una marca o fomentar el trabajo en equipo.
Aunque la diversión es muy importante dentro de los sistemas gamificados, no es su única meta.
Jugar es cosa seria.
El secreto está en saber integrar las mecánicas de juego, de tal modo que el usuario se sienta cómodo y dispuesto a cumplir con las tareas estipuladas. Para lograrlo será importante tomar en cuenta un ingrediente: la motivación, que se da a partir de la narrativa del sistema, el alcance de niveles, el feedback para cada jugador, los retos, desafíos y sistemas de recompensas.
3. Las recompensas son el principal incentivo.
¡Error! Las mecánicas basadas únicamente en un sistema de puntos o incentivos pueden terminar por frustrar a los jugadores y sumergirlos en experiencias vacías, carentes de motivaciones intrínsecas, que los permitan superarse.
Oscar García, consultor en Cookie Box y experto en gamificación pone un ejemplo muy interesante:
“Si te ofrezco un millón de euros por ir de rodillas hasta París, en el caso de que lo consigas, la experiencia no te va a gustar.”
Dicho esto, señala la importancia de no confundir el premio con el camino: el auténtico premio tiene que ser el camino.
Para que esto ocurra, el sistema gamificado debe combinar motivaciones tales como, factores sociales o emocionales, reconocimiento, retroalimentación y sensación de progreso, todo ello, envuelto en un universo virtual que cuente una historia y visibilice el desarrollo de los jugadores, mediante experiencias personalizadas.
Uno de los errores más comunes es que las empresas asumen que las recompensas monetarias o tangibles son la mejor opción para motivar, lo cierto es que las recompensas de este tipo tienen déficits en un esquema de incentivos, ya sea porque son muy baratas, poco costeables, o bien, porque crean jugadores mercenarios.
Si vas a diseñar un sistema de recompensas, te recomendamos que determines el objetivo de éstas, procurando siempre que traigan consigo un aprendizaje valioso para los usuarios.
4. Creer que todos los jugadores son iguales.
Debes saber que cada jugador tiene personalidades, deseos y necesidades distintas. Si bien hay personas que les gusta competir y ganar reconocimiento, los hay quienes prefieren trabajar en equipo y socializar.
Para construir un sistema gamificado eficaz, es necesario que conozcas las motivaciones intrínsecas y extrínsecas de tus usuarios, para de esta forma, ofrecer contenidos de valor, personalizados, que inviten a los usuarios a construir el conocimiento de forma auténtica.
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5. No proporcionar autonomía y control a los jugadores.
Aunque la gamificación debe estar conformada por un marco de reglas y restricciones, la falta de flexibilidad, impide que los usuarios conecten con el sistema.
Por esta razón será muy importante que implementes diversas herramientas o elementos que los jugadores puedan modificar.
Un ejemplo son las customizaciones de avatares. Hace algunos años una de las claves del éxito de Nintendo Wii, fue que existía la posibilidad de personalizar a tus personajes, de esta forma tu avatar podía tener el cabello o la ropa del color que quisieras. ¿Te acuerdas qué divertido era?
Este tipo de dinámicas son muy efectivas para fomentar el compromiso de los usuarios y crear una fuente de conexión emocional.
Como has podido ver, la gamificación no es un fin en sí mismo, sino una herramienta, que será efectiva en tanto se emplee o se diseñe de manera adecuada. Recuerda que es una herramienta muy poderosa, pero hay que saber sacarle jugo según tus necesidades y objetivos.